La trampa de lo “cool”
28 agosto, 2023Desde que tengo memoria he sido un hacedor. Un hacedor, es una persona orientada al logro y diseñada para ejecutar tareas de una manera eficiente y diligente. Esto por supuesto me ha significado muchas cosas positivas.
Por ejemplo, recuerdo que en la universidad mientras otros estaban pensando en la próxima rumba, o en el próximo evento cultural, yo estaba pensando en el trabajo que nos acababan de dejar para la semana entrante. O cuando en mis primeros años de practicante universitario en General Motors, no me costaba cerrar la jornada laboral con mis tareas al día y mi bandeja de correo desocupada y sin asuntos pendientes. En las comunidades de fe de las que fui parte desde mi adolescencia, siempre fui un generador de valor por medio de la ejecución de ideas y acciones prácticas para mejorar los procesos del funcionamiento diario de la organización.
Esto como consecuencia, siempre me ha puesto en el ojo del liderazgo (finalmente, seamos honestos, a todo el mundo le gusta la gente eficiente y proactiva); a nivel académico, cuento con un impecable historial de buenas calificaciones y excelentes relaciones. A nivel profesional, ser un hacedor me permitió siempre subir la escalera corporativa a una velocidad inusual, y a nivel eclesiástico o ministerial, esto me llevó a siempre ser invitado a ser parte de los equipos de servicio y posteriormente de liderazgo en las iglesias de las que fui parte.
He aprendido con el tiempo que toda fortaleza de nuestro carácter tiene un lado negativo.
Dicen que las fortalezas llevadas al extremo, se convierten en debilidades. En mi caso, puedo decir que ser una persona tan enfocada en el hacer, ha venido con un alto costo para mi ser. Finalmente, somos seres relacionales y creados para vivir en comunidad. El mismo Dios que nos creó (a su imagen y semejanza), se presenta a nosotros como una comunidad trinitaria, lo que revela que aun Dios existe en medio de una comunidad. Pero este blog no es ni teológico, ni tampoco es una autobiografía. Lo que pretendo simplemente es llevar a quienes me leen a mirarse al espejo y descubir realidades que les ayuden a ser una mejor versión de sí mismos. Finalmente, se trata de cada día convertirnos en una mejor versión de quienes Dios nos ha creado para que seamos.
Los dos grandes ejes relacionales en la vida de un hijo de Dios, son la relación vertical (con Dios) y la relación horizontal (con otros seres humanos). Por supuesto hay muchas variables dentro de la complejidad de las relaciones y ésta es tan solo una mirada básica. No pretendo en este texto poder entrar en ese nivel de detalle y profundidad. Ahora bien, el ser tan orientado al logro, me ha llevado a tratar muchas veces las relaciones como elementos útiles para el cumplimiento de objetivos. En otras palabras, a pasar por encima de las relaciones o usarlas de manera incorrecta para lograr resultados (no necesariamente resultados personales, también colectivos).
Al mirar hacia atrás, me doy cuenta de que mi fe ha estado apalancada más sobre lo que hago, que sobre lo que soy.
Quiero aclarar que "Dios me creó como un hacedor y no hay nada malo en eso". Si tú también eres alguien orientado al hacer, probablemente necesites repetirte esa frase. El problema es cuando esa fortaleza de nuestro diseño, se convierte en una debilidad por falta de balance. En mi caso, mucho de ese balance ha venido al hacer equipo con mi esposa Catalina quien está diseñada totalmente opuesta a mí en ese aspecto (y en casi todos los aspectos). Y aunque ese balance que traemos ministerialmente o relacionalmente como pareja ha sido en parte la clave de nuestro ministerio; hay algo que no se puede tercerizar y que por más idonea que sea nuestra pareja, debe ser el fruto de nuestra disciplina personal. Me refiero a nuestra relación con Dios.
Al ser un hacedor, mi fe ha estado caracterizada por el hacer. Para mí, es una delicia escuchar principios bíblicos como el que expresa Santiago el medio hermano de Jesús, cuando dice que: La fe sin obras es muerta. Pero no disfruto tanto los pasajes que dicen: Estad quietos y sabed que yo soy Dios.
Esto plantea grandes desafíos. Uno de ellos, tener una vida espiritual saludable donde como dice Peter Scazzero "mi estar con Dios" sea mayor a mi "hacer para Dios". Aunque a lo largo de los años he logrado establecer una sólida relación con Dios, hoy me doy cuenta que ha sido una relación más orientada al servicio que a la amistad o la familiaridad. Y es que mirando hacia atrás, puedo darme cuenta que mi relación con mis jefes o con mis colegas en la oficina, giraron siempre al rededor de los objetivos comunes de la organización. Es como si me costara relacionarme con alguien si no tenemos una meta conjunta o una cima por escalar.
Mis tiempos de oración y de meditación en las Escrituras, se volvieron espacios para obtener revelación para mi próxima serie, mi próxima enseñanza, mi próximo curso discipular o simplemente para obtener dirección para gerenciar la iglesia. Puedo decir que Dios me ha dado unos dones increíbles para entender su palabra, predicarla y enseñar a otros a vivirla, pero no recuerdo cuándo fue la última vez que me senté a los pies del Maestro a escuchar su voz, no para transmitirla a otros, sino para descansar sobre ella y disfrutar.
Esta es una de las muchas razones por las que fui guiado por Dios a tomarme un periodo de reposo.
En Julio de 2022, Dios me empezó a inquietar con la idea de parar para descansar. Me tomó más de 4 meses procesar esa instrucción y un par de semanas más decidir obedecerla. Hoy no pienso escribir sobre cómo llegue a esa conclusión y cuál fue el proceso para decidir algo tan loco como detener el tren ministerial que por años he venido construyendo, pero posiblemente lo haga más adelante. El 1 de enero de 2023 comencé mi periodo sabático. Un periodo de 6 meses a 1 año entero para enfocarme de lleno en mi relación con Dios más allá del ministerio. Un tiempo para ser hijo y dejarme amar por mi Padre. Un periodo para vivir mi fe y mi vida desde el descanso y no desde lo que hago o soy capaz de hacer.
Han pasado 3 meses desde que empecé este viaje y este blog (escrito la primera semana de abril de 2023) es el primer espacio que dedico a dar un poco, para que otros puedan ser bendecidos. He rechazado varias invitaciones a predicar, he tenido que decir que no a muchas personas que me han pedido consejería pastoral y me he tenido que obligar a mí mismo a no grabar una prédica, un podcast o a publicar un nuevo mensaje pastoral. Entonces ¿por qué estoy escribiendo esto? En realidad es más una herramienta terapéutica y que me ayuda a manejar la ansiedad que me provoca quedarme quieto. No sé si lo publique al finalizarlo o si lo guarde para algún día ponerlo público. Posiblemente lo borre. No sé. Pero si llegas a leerlo, y si llegaste hasta acá, debes saber que Dios me dio luz verde para compartir esto contigo, y que probablemente este mensaje llegó a tus manos, porque Dios te está invitando a ir más profundo en tu relación con Él.
4 Comments
Que lindo mensaje, lleno de tanta verdad…. No es fácil parar y en mi caso ha sido aun más difícil que los demás entiendan que necesito ponerme en primer lugar y sentarme a los pies de Jesús, para escuchar su voz y entender su voluntad.
Gracias por escribir. Dios te bendiga Karen.
Gracias por compartir, a veces a queremos tener el control de álgido “haciendo” en bendición de Dios. También hay que entender que entender que “dejar hacer por Dios”, es muuuyy bueno.
Bendiciones.