Pensamientos de un hacedor
19 julio, 2023Los seres humanos tenemos un comportamiento pendular que nos lleva a operar en los extremos y muchas veces nos lleva a un desbalance.
Esta realidad no es diferente en la iglesia de Jesucristo y hace que en muchas áreas, existan comunidades que abusan o anulan principios espirituales saludables. Por ejemplo, cuando en el año 2016 iniciamos el proyecto ministerial de VIVA, dado que veníamos de otra comunidad que enfatizaba de manera desproporcionada asuntos como la prosperidad financiera, el diezmo y la ofrenda, la guerra espiritual y el crecimiento numérico de la congregación como principal indicador de la salud espiritual de la iglesia, entre otros aspectos, iniciamos nuestra iglesia en el "des-uso" de muchos de esos principios como consecuencia del abuso al que fuimos expuestos.
En aquella comunidad a la que pertenecíamos antes de iniciar nuestra iglesia, también era común el abuso del tiempo de los servidores, llevando a las personas a entregar su tiempo y sus capacidades para "el avance de la visión" de manera desmedida sin importar si esto implicaba que descuidaran sus hogares, sus empresas o sus proyectos de vida .
Una de las formas en que la experiencia negativa que tuvimos, nos llevó a ser desequilibrados como iglesia, fue el hecho de que durante el primer año de reuniones, no enseñamos los principios financieros que la Biblia presenta, con el fin de evitar ser una comunidad enfocada en pedir dinero. Así mismo evitamos incentivar a la gente a servir, a evangelizar y a comprometerse con la visión de la casa.
Otro aspecto que fue evidente en el inicio, fue el deseo de ser una iglesia relevante para las nuevas generaciones. Esto nos llevó a anular de nuestra cultura de iglesia todo lo que se sintiera religioso, anticuado o que se sintiera obsoleto y nos enfocamos más en las formas sin darnos cuenta de que poco a poco descuidamos el fondo de la esencia principal de la iglesia como organismo espiritual.
Poco a poco empezamos a ver que a nuestra comunidad llegaban decenas de personas que venían heridas o abusadas de otras iglesias y que nuestra "propuesta" (que no era otra cosa que nuestra esencia) resonaba en sus corazones.
Nuestra intención nunca fue formar una iglesia con personas de otras iglesias, pues al final se trata del crecimiento del Reino, no del crecimiento del edificio. Sin embargo era imposible evitar que estas personas llegaran al ver que nuestra comunidad no hacía muchas de las cosas que a ellos los habían afectado en otros lugares.
Aspectos como la ropa que yo usaba al predicar (blue jean roto, tennis, gorra, y camiseta), mis tatuajes, mi barba larga, la decoración de nuestro auditorio, la música más moderna, las presentaciones de key note que acompañaban mis predicaciones, el uso de las redes sociales para comunicar, la cercanía (facilidad de acceso) mía como pastor a todas las personas, mi lenguaje coloquial y el hecho de que mi voz sonaba igual en el micrófono que en una conversación tomando un café, todas fueron cosas que llamaron la atención de muchos, quienes empezaron a venir a nuestras reuniones para explorar algo "diferente".
El tema es que yo no estaba tratando de ser diferente, solamente estaba siendo "yo mismo" y usaba los recursos que tenía a la mano, fruto de mi formación y experiencia.
La decoración de la iglesia era producto de mi profesión (soy Diseñador Industrial, graduado de la Pontificia Universidad Javeriana) y mi abuela paterna era decoradora de interiores. Mi forma de vestir, mis tatuajes y mi estilo en general, son fruto de mi vena artística. Mi abuelo el "Poeta", Óscar Echeverri Mejía, nos dejó en los huesos y en la piel la excentricidad natural de aquellos creativos que pisamos esta tierra y nos salimos de los moldes de lo tradicional. Las presentaciones que acompañaban la predicación venían de mi capacidad de usar programas de diseño y conceptos de marketing para comunicar de una manera impactante (tengo una Especialización en Mercadeo Estratégico del CESA).
Sin embargo, me empecé a dar cuenta de una tendencia generalizada que comenzó a verse en las iglesias cristianas, lo que trajo como consecuencia "una carrera" entre iglesias y pastores por ser "cool" para alcanzar a los perdidos o a los que se fueron de las iglesias "tradicionales" por causa de las rupturas o desilusiones, principalmente relacionales.
Amo la iglesia que formamos y creo que cada comunidad debe expresarse libremente en el Espíritu de acuerdo con la multiforme gracia de Dios.
Pero creo que es muy peligroso cuando buscando ser relevantes y buscando huir del extremo abusivo del péndulo, se anulan principios bíblicos y espirituales que deben trascender las modas, las tendencias y los estilos.
Veo muchas iglesias hoy en día (y en algún momento nos empezamos a convertir en una así), que con el objetivo de ser relevantes sobre-enfatizan la producción musica, audiovisual y experiencial de reuniones dominicales, descuidando por completo el componente espiritual de la reunión. Fui parte de un ministerio que contrataba sus músicos (nada malo con eso), pero su prioridad al hacerlo no era la vida espiritual del músico, sino su talento y habilidad musical. Estuve bajo la dirección de un líder que se embarcó en un proyecto de ampliación de planta física y sus palabras al hacerlo (las palabras que me dio a mí por lo menos, pues a la iglesia siempre le decía: "Dios me dijo") fueron: "el que pega primero pega más duro"; todo porque se había enterado de que a la ciudad venía un ministerio con mayor relevancia y mejor posicionamiento como la iglesia "cool" del momento.
Veo pastores que nunca en su vida se sintieron atraídos por un tatuaje o un piercing, pero terminan tatuándose o perforándose, y lo hacen bajo la bandera de ser relevantes o de "hacerlo por amor".
Veo iglesias que no predican el evangelio completo y diluyen el mensaje, anulando la verdad de la Palabra para sonar incluyentes y encajar en en el marco de las presiones culturales del momento.
Y lo que más me preocupa es que muchas comunidades han dejado de lado las realidades del mundo espiritual y la invitación de Jesús de hacer discípulos.
Para sonar relevantes ya no se habla de dones espirituales, no se ora en lenguas y no se menciona la realidad del mundo espiritual (ángeles, demonios, guerra espiritual, etc.). El Espíritu Santo brilla por su ausencia y tiene poco espacio en medio de las reuniones cronometradas donde todos tienen un libreto, incluido Dios (pues no hay lugar para la espontaneidad ni los cambios repentinos que suelen venir bajo la dirección del Espíritu Santo cuando verdaderamente lo dejamos tomar el control).
Ya no se discipula, pues la gente "no tiene tiempo" para esos procesos, y no se habla de pecado pues no queremos ofender a nadie.
No me malinterpretes, creo que renovar las formas, buscar herramientas para modernizar los procesos, apalancarnos en la tecnología y ser conscientes de las realidades de la cultura en la que vivimos, todas son cosas necesarias para poder avanzar como iglesia.
Creo también que el énfasis de la iglesia no debe ser lo demoníaco y tampoco las manifestaciones sobrenaturales, pero como comencé esta reflexión, considero que todo tiene un balance, un equilibrio perfecto y ese equilibrio no está en un manual o una cartilla de "LA IGLESIA PERFECTA". Ese equilibrio se obtiene cuando una comunidad entiende la gran comisión, el gran mandamiento y el gran fundamento.
Hacer discípulos amando a Dios, amando a las personas y dejando que nuestro motor y guía sea el Espíritu Santo. Aquel que estará con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo.
Recuerda:
- Ninguna producción reemplaza la unción.
- Ninguna moda o tendencia es más vigente que el poder de Dios.
- Relevante no es cool. Relevante es lleno del Espíritu Santo.
- Arte, tatuajes, ropa rota y tennis nuevos no cambian nada. Eso es solo un estilo y los estilos cambian. El amor de Dios es el que permanece para siempre.
- Amar no es diluir el mensaje. Amar es predicar la verdad sin juzgar, culpar o condenar.
- Gracia no es licencia para pecar. Es poder para vivir en libertad del pecado.
Esta reflexión es una autocrítica. No estoy apuntando con el dedo a nadie ni señalando los errores de otros ministerios.
Hablo a partir de mis propias experiencias y errores. Le pido a Dios que me ayude a caminar en Su perfecto equilibrio y a vivir sus verdades y principios, no operando desde las heridas que han producido los abusos, ni los temores de no encajar y ser irrelevante.
Le pido a Dios que te inquiete para buscar lo mismo. Te bendigo.